“Nunca, nunca he pasado una noche así.
Mi querido, querido, querido Alberto, con su gran amor y afecto,
me ha hecho sentir que estoy en un paraíso de amor y felicidad,
algo que nunca esperaba sentir.
Me cogió en sus brazos y nos besamos una y otra vez.
Su belleza, su dulzura y su amabilidad.
Nunca podré agradecer suficientes veces tener un marido así,
que me llama con nombres tiernos como nunca antes me han llamado.
Ha sido una increíble bendición.
Este ha sido el día más feliz de mi vida”.
Victoria I de Inglaterra
Estrenamos el blog, y la primera boda que os queremos compartir va a ser una excepción, ya que ni siquiera es una boda que hemos realizado en Santa Victoria.
Llegué a ella buscando el origen del blanco como color tradicional del vestido de la novia y su historia me cautivó. Aunque ella no fue la primera novia en casarse de blanco sí fue la primera de la realeza en hacerlo, causando gran impacto en la sociedad.
Pero no solo el vestido blanco, algunas otras costumbres nupciales de hoy se las debemos a esta soberana del Reino Unido.
Sus nombres ya significaban mucho: VICTORIA (así se llama nuestra finca) y ALBERTO (nombre del comprador de la Finca para la familia).
El reinado de Victoria I de Inglaterra comenzaba 2 años antes de su boda, cuando ella tenía 18 años. A su reinado se le conoce como época victoriana y fue el más largo de todos los habidos en 1.000 años de monarquía británica (63 años y siete meses), solo recientemente superado por su tataranieta Isabel II. La ayuda de su marido Alberto se convirtió en esencial en esta gran tarea.
Victoria y Alberto se presentaron a los 16 años, aunque ya se conocían, puesto que eran primos hermanos. A pesar de que su matrimonio se había concertado para conciliar intereses, ambos jóvenes, se enamoraron perdidamente.
Dicen que Alberto memorizó todos los gustos musicales y literarios de Victoria para impresionarla. Pero cuando se dio cuenta de que su prima era consciente de que trataba de agradarla por interés, decidió ser él mismo. En ese momento empezó a despertar la curiosidad de la princesa. Y aunque él había empezado a cortejarla por orden de sus consejeros, para su propia sorpresa no tardó en quedar fascinado.
El amor nunca fue un factor común entre los matrimonios legendarios de la realeza. Quizás por eso su unión continúa causando fascinación.
LA BODA Y EL VESTIDO DE LA REINA
Se celebró un lluvioso 10 de febrero de 1840, una boda en la que el vestido marcaría época, rompería una tradición arraigada y marcaría una tendencia que duraría hasta hoy.
Hasta el momento, el vestido de la novia era una manera de enseñar a la sociedad las riquezas de las familias, y no era un símbolo de pureza sino de su poder adquisitivo ya que era muy difícil blanquear los tejidos debido a las técnicas de la época.
Sus antecesoras se casaban con trajes ricamente bordados con hilos de oro y plata o como las novias del Renacimiento que llevaban la dote cosida al vestido, mostrando así el poder y las riquezas de sus familias. La Reina Victoria eligió las sedas y encajes para reflotar el comercio de su país y evitar que desapareciese esta industria manual.
Ese fenómeno duraría hasta hoy debido a que la clase media empezaba a tener poder adquisitivo y no dudaba en imitar a las clases altas.
Posó para varios cuadros debido al cariño que le tenía a su vestido, el volante lo usó en varias ocasiones y el vestido lo lució su hija Beatriz el día de su boda.
Fue tal su adoración por él que decidió ser enterrada con su velo de novia.
OTRAS CURIOSIDADES…
Como adorno en la cabeza decidió llevar una corona de flores y mirto (símbolo de amor y felicidad) en vez de sus maravillosas tiaras, además llevó un broche de zafiro y diamantes regalo del novio y un collar de diamantes y pendientes de Turquía.
El pastel de boda de dos pisos era tan enorme, que tuvieron que cargarlo 20 sirvientes (pesaba 136 kilos). Fue llamado “una construcción arquitectónica” y tenía arriba la imagen símbolo de Britannia bendiciendo a los novios, a cuyos pies estaban las efigies de un perro, como señal de fidelidad, y de unas palomas representando la felicidad. Esos adornos iniciaron la costumbre de poner figuras de los novios en los pasteles de boda.
También fue la reina Victoria quien lanzó la costumbre de llevar aromáticas flores de azahar en el bouquet de novia “para calmar los nervios” que la mujer sentía en el gran día.
Fue el suyo un amor feliz, plácido y hogareño, del que nacieron 9 hijos; ellos y sus respectivos descendientes coparon la mayor parte de las cortes reales e imperiales del continente. Llegó el día en que Victoria fue designada «la abuela de Europa».
Tras dos décadas juntos, la muerte del príncipe Alberto la sumió en una depresión.
Para ella, los 20 años de matrimonio que vivió junto a él fueron los mejores de su vida. A partir de aquel día y hasta su muerte vistió de luto, llevando siempre consigo una fotografía del príncipe. Cada mañana ordenaba al servicio disponer la ropa limpia de Alberto sobre la cama para sentirlo cerca.
Perdió a la persona con la que había compartido no sólo una gran amistad sino también un amor eterno, se apartó de la vida pública y muchos la apodaban como la “Viuda de Windsor”. Escribió 141 diarios hasta su muerte, un 22 de enero de 1901, de los cuales se conservan todavía varios, y por eso hoy se conocen algunos de los pensamientos más íntimos de la reina.
Desde Finca Lagar Santa Victoria deseamos que nuestras parejas sean tan felices como ellos.
Si os habéis quedado con ganas de saber más sobre esta pareja histórica, os recomendamos la película La joven Victoria y si sois más de series, para todos aquellos que echéis de menos Downton Abbey y The Crown, esta es vuestra serie.
“Soy muy joven y quizás en muchas cosas me falte experiencia, aunque no en todas; pero estoy segura de que no hay demasiadas personas con la buena voluntad y el firme deseo de hacer las cosas bien que yo tengo”.
VICTORIA I de Inglaterra
En este preciado lugar hemos vivido momentos maravillosos en las bodas de nuestros amigos. El pasado año, tuvimos la gran suerte de poder disfrutar en éste lugar de ensueño, el día más feliz de nuestras vidas, el día de nuestra boda, donde vivimos momentos inolvidables llenos de felicidad plena. Es un lugar mágico y el trato excelente.
Muchísimas gracias Irene por tus palabras. Tenemos buenísimos recuerdos de vuestra boda, gracias por confiar en Lagar Santa Victoria para un día tan importante. ¡Pronto la publicaremos en la web! Un beso enorme y ¡seguid siendo tan felices!